SENZA CENSURA N.24

Italia, noviembre '07 - febrero '08

 

UN ISLAMISMO ABIERTO A SU IZQUIERDA

La emergencia de un nuevo tercer-mundo árabe

 

De Nicolás Dot Pouillard*

 

¿Por qué este texto?

Islamismos, movimientos de izquierda radical y nacionalismos árabes, por mucho tiempo parecieron oponerse en las entrañas del mundo árabe. Sin embargo, la centralidad de las cuestiones nacionales y de los problemas de liberación históricamente trazaron unas conexiones escondidas entre los tres. Estos puntos en común están en este momento más operativos que nunca en  Líbano,  Egipto y Palestina. Se formaron alianzas fluctuantes entre movimientos islámico-nacionalistas, marxistas y nacionalistas desde los primeros años ‘90. Así, el campo político medio-oriental aparece en un estado de recomposición política total.

 [introduion por: www.mouvements.info]

 

Islamismos, movimientos de izquierda radical y nacionalismos árabes, por mucho tiempo parecieron oponerse. Sin embargo algunas alianzas consiguieron estresarse, reestructurando profundamente el campo político en Palestina, en Líbano y Egipto.

Los debates en campo político y religioso están muchas veces deformados tras las diferentes y sujetivas percepciones ideológicas y culturales. En Francia la comprensión del  fenómeno islamista, queda así, en buena medida dominada por unos cuantos paradigmas muy abstractos,  que no permiten  el desarrollo de un análisis concreto y práctico del campo político medio-oriental. Una dicotomía arbitraria ha sido trazada entre “laicos” y “religiosos”, “Islam moderado” e “Islam extremista”, “progresista” y “reaccionario”.

 Así se crean unos tratos que corresponden  realmente a una realidad imaginada por el político: el político como quisiéramos que fuese, no como es. La política medio-oriental aparece como distorsionada por las simplificaciones históricas, que trazan una línea de separación irremediable entre islamismos idénticos entre si, como Al-Qaida y  Hezbollah libanés, los laicos naturalmente cuidadosos de los derechos de los hombres y las mujeres.

De hecho, estas categorizaciones aparecen hoy parcialmente falsas. En Palestina es el Fatah “laico” el autor de una ley entre las más reaccionarias sobre los derechos de la mujer, que limita a seis meses las condenas de encarcelamiento para los autores de crimines de honra.  Muy a menudo se suele confundir entre laico y progresista. A la misma manera se imaginarán los laicos como las víctimas  naturales de los integristas musulmanes. Pero si esta afirmación resulta real en algunos casos, puede llegar a ser falsa en otros. Entonces tenemos que comprender cómo por ejemplo el Partido comunista libanés se alee con Hezbollah, o cómo el Frente popular de liberación de Palestina (FPLP) marxista trabaje, muy a menudo con Hamas o con la Jihad islámica, y dejarse interrogar políticamente y metodológicamente por estas nuevas realidades.

 Cada vez nos enfrentamos con la misma tendencia hacia la simplificación del debate,  según líneas ideológicas tenaces, que consideran a los actores políticos islámicos como categorías fijas, incapaces de transformarse políticamente e ideológicamente. El movimiento islámico, hasta hoy, lleva  prácticamente ochenta anos de vida en Medio Oriente. Si lo imaginamos como una entidad compacta, homogénea y sin diferencias, sería como suponer que la izquierda determina un espectro tan ancho que comprende desde la banda de  Baader hasta Tony Blair, o que la derecha es un conjunto homogéneo que comprende indiferentemente la democracia cristiana alemana y los neo-fachitas italianos. Hay una historia de las derechas y una de las izquierdas. Y tiene que haber una historia de los islamismos también, dado que este elemento político se ha derramado en gran medida. El ejemplo de las recomposiciones políticas en el Medio Oriente árabe, y la producción de un islamismo político de tipo nacionalista abierto hacia las izquierdas y los movimientos nacionalistas árabes no pueden abstenerse en poner cuestiones teóricas y políticas.

Un modelo nuevo de alianza política en Palestina y en cualquier otro sitio.

Las primeras elecciones comunales en  Cisjordania desde 1976, las del 23 de diciembre de 2004, constituyeron objeto de dudas: ¿Hamas ganará a Fatah? ¿Cual será la situación de la relación de fuerza política entre los islámicos, el movimiento nacionalista y la izquierda, al salir los resultados de las elecciones? La respuesta no tuvo un único sentido: las elecciones municipales no han sido objeto de una clara estructuración del campo político. Al contrario, algunas coordinadas han sido mezcladas mientras algunas tendencias han sido confirmadas.

Más que a una indefectible oposición entre ámbitos claramente delimitados – Fatah, Hamas, FPLP, FDLP, PPP[1] -, han nacido nuevas alianzas fluctuantes y coyunturales a nivel local. En  Bnei Zayyaid, así como en Belén, ha sido la alianza entre el FPLP y Hamas la que ha permitido contestar a Fatah por su predominancia política en las entrañas del Consejo municipal.

 En Ramallah, un año más tarde, fue una mujer, miembro del FPLP, la que fue elegida a la cumbre del ayuntamiento, con tres votos de Hamas que se sumaron a los seis votos del FPLP poniendo en minoría los seis consejeros municipales de Fatah.

Estas alianzas inéditas se han de todas formas dibujado en el ámbito de las acciones militares: los grupos armados del FPLP – las Brigadas Abou Ali Mustapha – han regularmente actuado desde 2001 en la Franja de Gaza al lado de las Brigadas Ezedinas en Quassem – el grupo armado de Hamasil – y de las Brigadas al-Quds – el de la Jihad islámica. Al final algunos elementos disidentes de Fatah, estructurados alrededor de la nebulosa de los Comités populares de resistencia (CPR), se han poco a poco acercado a la dirección en Gaza de Hamas. Esta ultima, después haber ganado las elecciones legislativas en enero 2006, nominó a uno de los principales activistas de los CPR, Jamal Samhadana[2], viejo militante de Fatah, como jefe de los nuevos servicios de seguridad palestinos formados por el gobierno Hamas.

Se trató, en aquel momento, de actuar como contrapeso, sobretodo en la Franja de Gaza, hacia las fuerzas de seguridad regidas por Mohammad Dahlan, dirigente de Fatah. Samhadana simboliza a la corriente de Fatah que se ha alejado gradualmente de la dirección del partido,  que confirma su progresiva explosión, acelerada por la muerte de Yasser Arafat el 11 de noviembre de 2004, cuya áurea simbólica permitía asegurar aun una cierta unidad interior.

De esta manera Saed Siyyam, nuevo Ministro del interior palestino, miembro de Hamas, eligió a un viejo miembro de Fatah, o sea un elemento político que llega del nacionalismo palestino, y no por el mismo movimiento islámico, para dirigir los servicios de seguridad, sin otro objetivo que el de .. hacer concurrencia en el ámbito de la preeminencia armada de la Seguridad preventiva, junta a Fatah.

Los conflictos Fatah-Hamas en los últimos dos anos corresponden a una divergencia político-estratégica, a una diferencia acerca de la posición que hay que adoptar hacia Israel y la comunidad internacional, no a una querelle ideológica secular-creyentes. Y cuando los dos partidos hegemónicos Fatah-Hamas favorecen con su lucha fraternal un proceso de guerra civil latente, son el FPLP y el Movimiento de la Jihad islámica  (MJIP), o sea una organización de izquierda y otra islámica, las que juegan juntas un papel de intermediarias. Si hoy el FPLP se queda así tan critico hacia Hamas, es esencialmente porque este le regaña su encerramiento en un tête a tête armado Hamas-Fatah, que frena la unidad nacional Palestina y que corre el riesgo de que los territorios palestinos se caigan en el caos.

 Y una vez más, esta posición, está compartida entre la FPLP y la Jihad islámica,  las que pudieron manifestar juntas por las calles de Gaza durante los acontecimientos de junio 2007.

La cartografía política Palestina no representa una excepción: el ámbito político árabe aparece como en estado de reconstrucción total, y las delimitaciones tradicionales, en particular las que vieron oponerse un ámbito religioso y otro secular, o sea laico, se han poco a poco matizadas por la escalera de la raigón. El Islam político es victima de un momento de nacionalización y regionalización acelerado, mientras que los sectores que han salido de la izquierda  y del nacionalismo árabe, baathista o nasseriano, que han perdido su modelo político y partner estratégico, al borde de una crisis estructural y de militancia, intentan poco a poco redefinir sus modelos ideológicos y prácticos y se encuentran obligados en articular mayormente su red de alianzas, privilegiando el partner islamista. Desde el año 2000 se abrió en el mudo árabe una temporada de recomposición política, según ritmos y tiempos heterogéneos pertenecientes a países y espacios diferentes, que traza líneas de conjunción con el pasado, y propone nuevas inéditas problemáticas y rupturas interiores. 

Esta reconstrucción política rodea alrededor de la cuestión nacional árabe y de la cuestión democrática: en un contexto político marcado por el Intifada palestino del septiembre de 2000, por la ofensiva americana sobre Irak en el 2003, así como por la reciente “guerra de los treinta y tres días” entre Hezbollah e Israel, la cuestión nacional se vuelve a proponer en el mundo árabe, y determina los modelos de acción y  contestación, las formas de reconstrucción política y las diferentes formas de alianza táctica entre las corrientes opuestas al plan americano del “Grande Medio Oriente”.

Podemos añadir la cuestión democrática: en la medida en que los sistemas políticos árabes sufren por la mayoría de un modelo fundado sobre el autoritarismo y el nepotismo político, y en el que la mayor parte de ellos, de Egipto a Jordania pasando por Arabia Saudita y  las principales petrol-monarquías del Golfo, se encuentran atados orgánicamente a diferentes intereses americanos y europeos en la región, la contestación de la política israelí y americana se pasa a menudo por la denuncia de los sistemas políticos interiores.

En Egipto, durante los años que van desde 2000 hasta 2006,  fueron los mismos cuadros políticos y las mismas estructuras de movilización los que cada vez se pasaban desde una movilización al lado de los palestinos y de los iraquíes hacia otra a favor de una democratización del régimen.

 Entonces, la cuestión nacional árabe y la cuestión democrática trazan unos acercamientos transversales entre el espacio pan-árabe, que trata de la problemática palestina y el espacio nacional interior. A partir del 2000, una interacción constructiva entre la dimensión pan-árabe del político y su expresión nacional interior, una transversal acrecentada entre cuestión nacional árabe y cuestión democrática, favorecen unos cambios políticos que se convierten en unas alianzas tácticas y/o estratégicas entre izquierda radical, o sea los sectores que han salido del nacionalismo árabe nasseriano o baathista, y las formaciones islámico-nacionalistas.

Esta interacción entre diferentes espacios – nacionales, regionales, globales – así como este transversalismo entre corrientes políticas contrastantes en el pasado, permite que se delinee poco a poco una reformulación del nacionalismo árabe, una recomposición política lenta y progresiva del ámbito político que apenas empieza a volcar la distribución política, y que se destaca de los ámbitos de acción  que salen de la historia del siglo XX.

Desde la “concordancia política” hasta la dinámica unitaria.

Las izquierdas filo-marxistas, los nacionalismos árabes que  se refieren a las diferentes doctrinas, y finalmente los sectores centrales del Islam político parecen hoy ser estrechos colaboradores. No ha sido siempre así: los diferentes tipos de nacionalismo árabe se han distinguido durante unos diez años tras sus políticas represivas en relación a las corrientes descendientes de sus Hermanos Musulmanes, todo esto sea en el Egipto de Nasser sea en la Siria de Hafez el-Allad; el islamismo político, en su  fase ascendente de los años 80, después de la revolución iraniana de 1979, se caracterizó por un sistema de represión directa de los grupos de izquierda, en el momento en que éstos impedían su desarrollo y hundían sus raíces en ciertos sectores clave del mundo universitario, político, sindical, o asociativo: en Líbano, Hezbollah se ha metido físicamente, durante todos los 80, con los militantes esciitas del Partido comunista libanés, cuando se trataba de contender con ellos la hegemonía  de la resistencia nacional en el sur del Líbano. Dos entre sus mejores intelectuales, Mahdi Amil y Hussein Mroue, fueron asesinados por militantes pertenecientes a la órbita islámica [3].

En Palestina, los grupos que se movían en la nebulosa de los Hermanos Musulmanes, que estaban a punto de parir el Movimiento de la resistencia islámica (Hamas) en el 1986, se metieron con los militantes del FPLP y del PP también. El doctor Rabah Mahna, hoy negociador de la Oficina política del FPLP dentro de las discusiones inter-palestinas, y que regularmente le corresponde la tarea de buscar puntos de contacto sea con Hamas sea con la Jihad islámica, fue por ejemplo víctima de un tentativo de asesinato por parte de los militantes de Hamas en 1986.

 Sin embargo su visión del mundo islámico se determina por la realidad política actual, y no por la pasada. Hablando de Hamas, subraya los puntos de adelantamiento y de paro, que se combinan más o menos diferentemente según la coyuntura política: “Hubo cierta evolución en Hamas. De hecho, a partir del año 1988, de una organización de tipo Hermanos Musulmanes se ha transformado en un movimiento de liberación nacional islámico. Luego empujamos a Hamas para que integrara a la OLP, para que fuese un movimiento de liberación nacional dentro de la OLP. Pero su falta de reconocimiento hacia la OLP nos pareció un poco sospechosa (…). Entonces no haremos presión hacia Hamas, y lo reconocemos como corriente de la resistencia y como gobierno elegido. Además, no queremos que Hamas se quede encerrado detrás de una visión restringida, ideológica, tipo Hermanos Musulmanes: es por esa razón que las fuerzas políticas mundiales y árabes que sujetan a la causa palestina,  pero que no están de acuerdo con la totalidad o parte del programa de Hamas, deben ayudarnos en salir de la visión restringida, en seguir con su evolución. De otras formas, aislándolos corren el riesgo de atrasar, y volver a ser un movimiento integrista, como antes de 1988 [4]”.

Si en pasado hubo unos choques, las diferentes modalidades de contraste entre nacionalistas, islámicos e izquierda radical pueden ser históricamente relativizados por unos pasajes dinámicos, por préstamos discursivos e ideológicos, por la circulación militante entre estos tres sectores políticos-llave del mundo árabe. Ya el sociólogo Maxime Rodinson recordaba que entre el nacionalismo árabe, Islam y marxismo, existía una “concordancia” que favorecía la circulación de las ideas i de las prácticas: “la  incompatibilidad doctrinal incontestable de las ideologías cede a diferentes comportamientos de conciliación cuando las consideraciones de estrategia internacional nos llevan a hacia una actitud de amistad entre los dos movimientos (comunistas y musulmanes). Existe una deuda de ideas hacia la ideología comunista por parte de los musulmanes en el momento en que estas ideas corresponden a lo que sale de su ideología implícita, también  fuera de tal actitud de amistad. Empujándose más allá, normalmente hay re-interpretación de las nociones, de las ideas, de los símbolos musulmanes como equivalentes de ideas o temas comunistas actuales. Muy a menudo la operación sigue adeante gracias a los comunistas que empujan hacia la alianza. Cuando el esfuerzo de re-interpretación viene particularmente forzado, llegamos a la llamada concordancia. Quizás el término podría ser generalizado para designar a un conjunto sistemático de re-interpretaciones [5].”

Lo que Olivier Carré llamaba por su parte “sectores medianos” entre religión y nacionalismo [6] se puede encontrar durante todo el siglo en la emergencia y en el desarrollo de estas tres corrientes. La generación de los padres del movimiento nacional palestino y de Fatah - Yasser Arafat, Khalil al Wazir, Salah Khalaf – se acercó bastante a los Hermanos Musulmanes durante los años 1950 y 1960. El mismo nasserismo no está excluido, durante los primeros años después de la revolución de 1952, de una relación compleja con el Islam político.

A estos caminos personales, se suman una reutilización y una re-interpretación sistemática  de los diferentes discursos religiosos o políticos por parte de un conjunto de movimientos, una circulación permanente de agregados semánticos o conceptuales.

Por ejemplo, el Partido Comunista Iraquí (PCI) no tuvo dudas en referirse a los fundamentos doctrinales del sciismo, justo después de la revolución  de 1958 y la toma del poder por Abdel Karim Kassem. La perspectiva revolucionaria fue asociada, en el discurso del PCI, a los fundamentos milenaristas y mesiánicos del sciismo, mientras lo dirigentes del partido jugaban seriamente con la proximidad de los términos shii’a (“sciita”) y shouyou’i (“comunista” en árabe). El término “socialista” (ishtarâkii), fue abundantemente utilizado y transformado por ciertos cuadros e ideólogos pertenecientes a los Hermanos Musulmanes como Sayyid Quotb o Muhammad al-Ghazali en la perspectiva  de un “socialismo islámico”.

Así, desde hace casi medio siglo, asistimos a una circulación dinámica y a una continua mutación del vocabulario político. Esto nos enseña hasta que punto la misma ideología, una vez metida en la práctica del político, se encuentre sometida a complejos procesos de pasaje, préstamos, y re-interpretación, constantemente en movimiento.

La temporalidad del nacionalismo de los Países del tercer mundo, en efecto, es una temporalidad política diferenciada, donde el pasado, las tradiciones culturales y las herencias ideológicas hacen buena muestra de los principios constituyentes en la consciencia nacional: el nacionalismo anti-colonial es un espacio híbrido, que interacciona con los elementos de la modernidad política, pero que al mismo tiempo lleva una relación crítica con estos a través la recuperación, el reciclaje y la re-inversión de elementos pasados.

Las “concordancias” entre nacionalismo e islam coincidieron con una actualización política e ideológica del islam, que se trataba de una supervivencia del pasado más que un elemento cultural heredado, viviente y práctico, en permanente interacción y fusión con el presente político, también  cuando este último era de espíritu laico. El nacionalismo anti-colonial, históricamente fundado sobre unas concordancias, no representa el contrario de la modernidad, sino su recupero y su modificación en el particular contexto de un espacio que se siente dominado políticamente y culturalmente.

 La década de los Ochenta está esencialmente marcada por el creciente y espectacular pasaje de los militantes marxistas, muy a menudo maoístas, o nacionalistas árabes, hacia el islamismo político. Todo esto está particularmente visible en Líbano, donde, en el momento en que la OLP está poco a poco empujada a abandonar  el País de los Cedros, y donde el as “palestino-progresista [7]” desaparece bajo los golpes de las divisiones interiores y de las presiones surianas, los cuadros jóvenes entran en Hezbollah, nacido entre 1982 y 1985. Es lo que le pasó a la mayoría de los combatientes de la Brigada estudiantil, la Katiba Tullabiya, cuerpo militar junto al movimiento palestino Fatah, que se mete poco a poco en la resistencia militar islámica del “Partido de Dios”, o en otras estructuras a carácter islámico, bajo los efectos de la Revolución iraniana.

La experiencia de la tendencia hacia la izquierda de Fatah, nacida a comienzo de los años 70 es particularmente interesante: ya antes de la revolución iraniana, jóvenes militares libaneses y palestinos intentaron articular Islam,  nacionalismo y marxismo árabe, y eso representa la prueba de que la cuestión sobre las relaciones entre los tres había ya sido puesta. Saoud al Mawla, actual profesor de filosofía de la Universidad libanés de Beirut y antiguo miembro de la tendencia izquierdista de Fatah, se metió en Hezbollah durante los años 80. Luego se fue. Así lo explica: “En los años 1970 nació un cierto interés hacia las luchas de los pueblos musulmanes. Se trataba de una mezcla entre nacionalismo árabe e Islam, o mejor de un comunismo árabe-islámico, de marxismo árabe-islámico. Se intentó hacer como los comunistas musulmanes soviéticos de los años 1920: Sultan Ghaliev. Y se empezó a estudiar el islam. Se empezó cuando se aplicaron los principios maoístas: se deben conocer las ideas del pueblo, interesarse al pueblo, a lo que piensa…Hace falta conocer las tradiciones del pueblo. Así  surgió el interés hacia las tradiciones populares, a todo lo que concierne la vida de la gente. Y el mismo islam,  fundamento de esta sociedad, ha sido considerado él que pueda movilizarla. Todo eso se produjo de una manera militante, pragmática, encontrar y utilizar factores que puedan movilizar a la gente en la lucha. De esta misma manera nos acercamos al islam: empezando del maoísmo, desde un punto de vista teórico, y de la experiencia cotidiana (…). Es por esa razón que al estallarse la revolución iraniana, ya estábamos ahí. Y eso tampoco ha sido construido sobre bases ideológicas y religiosas. O sea, que vimos en el islam una fuerza de civilización y de política, una corriente civilizadora capaz de juntar cristianos, marxistas y musulmanes, como una reflexión, una respuesta, un camino de lucha, contra el imperialismo, para renovar la manera de relacionarse el uno con el otro, nuestras ideas, nuestras prácticas políticas [8]”.

Así, los años 90 marcan una ruptura, y el muto sistema que había visto la alianza entre concordancia y oposición violenta se ha transformado poco a poco en una dinámica unitaria, donde la concordancia se encuentra favorecida por un proceso de alianzas tácticas entre corrientes diferentes. En efecto, con la Guerra del Golfo, los intentos de solución del conflicto israelí-palestino a través de la conferencia de Madrid y los Acuerdos provisorios de Oslo en 1993, con acabarse de la bipolarización Este-Oeste y la reunificación del Yemen, un mundo entero colapsa. La fraseología revolucionaria y nacionalista, sea islámica o marxista, se queda sin palabras; esto no resulta extraño tampoco al progresivo abandono del discurso mesiánico y tercermundista por parte del régimen de Teherán, impulsado por el Nuevo Presidente Rafsandjani.

Las coordinadas políticas han cambiado. Habrá que determinar en que hubo un triple fracaso: del Islam político, del nacionalismo árabe, de la izquierda. Y es exactamente a partir de las ruinas de las grandes utopías y mitologías múltiplas del siglo que va terminando que el ámbito político árabe intenta reconstruirse poco a poco. Las dinámicas en acto ya non son unilaterales: si en los años ’80 el islamismo absorbía los sucesos y los fracasos políticos y sociales del mundo árabe, a partir de 1991 se produce una interacción mayor y un más amplio transversalismo de las dinámicas políticas: izquierda, nacionalismo e islamismo pertenecen a un proceso complejo de reelaboración ideológicas y programática, de cruces de problemáticas frente a un sentimiento de impotencia y de impasse del mundo árabe.

Eso se puede ver en primera instancia en Palestina: un poco después de los acuerdos de Oslo, en octubre de 1993, se constituye una “Alianza de las fuerzas palestinas”, compuesta por elementos que rompieron con Fatah, pero sobretodo por el marxista y Hamas [9]. Progresivos ámbitos de discusión se crean entre nacionalistas, marxistas e islamismos: la Fundación Al-Quds, con leadership islamista, y sobretodo la Conferencia nacionalista e islámica, promovida en 1994 por el Centro de estudios para la unidad árabe (CEUA) de Khair ad-Din Hassib, con base en Beirut, que se reúne cada cuatro años, y que tiene como objetivo lo de encontrar puntos de contactos tácticos y/o estratégicos y definir las relaciones, también desde el punto de vista ideológico, entre izquierda, nacionalismo e islamismo. El CEUA dio una Conferencia general árabe en Beirut en marzo de 2006 para dar sostén a la resistencia, donde las principales direcciones de las organizaciones nacionalistas, filo-marxistas e islamistas (en particular Hamas y Hezbollah) estuvieron fuertemente representadas.

Cuestión nacional y cuestión democrática.

Desde el año 2000 los ritmos de las reconstrucciones políticas entre nacionalismo, izquierda radical e islamo-nacionalismo han acelerado: empujadas por la Segunda Intifada y por la intervención Americana en Irak, las convergencias tácticas se han acentuado mucho entre sí. En particular éstas rodean alrededor de la cuestión nacional y de la cuestión de las “ocupaciones”, desde Palestina hasta Irak pasando por Líbano, y de la denuncia conjunta de las políticas americanas e israelinas.

Las alianzas se realizan en primera estancia en el ámbito práctico y no en lo teórico: durante la “Guerra de los treinta y tres días” entre Líbano e Israel, en Julio y agosto de 2006, el Partido comunista libanés (PCL) volvió a activar algunos de sus grupos armadas en el sur de Líbano y en Baallbeck, y combatió militarmente al lado de Hezbollah. En algunos pueblos, como en Jamaliyeh, donde murieron tres de sus militantes durante un ataque, fracasado, de un comando israelí, fue el PCL el que tomó la iniciativa militar y política, aunque Hezbollah mantenga de facto la leadership política, militar y simbólica de esta guerra. Se constituyó un Frente de la resistencia que une principalmente Hezbollah y la izquierda nacionalista, desde el PCL hasta el movimiento del pueblo de Najah Wakim [10], pasando por la Tercera fuerza del antiguo Primer ministro Sélim Hoss. Este Frente se basaba sobre el principio del derecho a la resistencia y la defensa de las reivindicaciones de principio de Hezbollah, o sea en la liberación de los presos libaneses en Israel y el retiro de Israel de las tierras Libaneses de Chebaa y Kfar Chouba. Este frente tenía como denominador común la cuestión nacional y las relaciones con Israel: no se trataba, por ejemplo, de un frente pro-siriano – ya que por su parte el Partido Comunista tenía una larga tradición de lucha contra la tutela y la presencia siria en Líbano.

Sin embargo el acuerdo táctico sobre la cuestión nacional no permite hablar a priori de “reconstrucción política”. Entonces toda la cuestión se puede resumir estableciendo si el acuerdo táctico puede transformarse en un acuerdo más o menos estratégico, y comprender una visión a largo plazo de la sociedad, del Estado, de las políticas económicas. Ahora, es aquí mismo que la transformación en ámbito político árabe parece ser más profunda: desde el 2000 hasta el 2006, la lista de acuerdos políticos entre izquierda, nacionalistas e islamismos ha crecido poco a poco abriéndose a un conjunto de temáticas, y ésta es desde luego una novedad en relación a los cuadros de alianza de los años 1980 y 1990.

En efecto la cuestión nacional permite seguir adelante y cumplir unos procesos conceptuales, prácticos y políticos, de un ámbito a otro: en Egipto la denuncia de las políticas americanas e israelinas escondía en efecto una crítica latente pero explícita al mismo tiempo, del régimen del Presidente Moubarak. Rápidamente, los cuadros de la movilización sobre la cuestión palestina e iraquí dieron vida a la cuestión democrática: desde las campañas de denuncia de la ley de emergencia de 1982 hasta las elecciones sindicales de noviembre de 2006 – que vieron a los Hermanos Musulmanes, los radicales de izquierda del grupo Kefaya y los nasserianes del movimiento al-Karamah alearse para oponerse al predominio de las listas del partido cumbre, el Partido Nacional Democrático -, pasando por las campañas que sostenían al movimiento de protesta de los jueces egipcios que habían denunciado el engaño electoral en mayo de 2006, el marco de acción y de alianza se ha movido rápidamente desde la cuestión nacional hacia la cuestión del acrecimiento de los derechos democráticos.

En Líbano, el Movimiento popular, la Organización popular nasseriana, sunnita – cuyo dirigente, Oussama Saad es deputado de Saïda- y el Congreso popular árabe de Kama Chatila - una formación nasseriana – están al centro del movimiento de protesta empezado en diciembre de 2006 por Hezbollah y por la Corriente Patriótica Libre del General Aoun, un movimiento que se expresa en el periódico de izquierda al-Akhbar: todavía la movilización de la oposición no incluye solamente la cuestión nacional y las “armas de la resistencia”.

Los rasgos comunes entre las organizaciones de oposición al gobierno de Fouad Siniora comprenden sea la cuestión de la reforma de la ley electoral y del sistema confesional, sea la cuestión de la definición de una política económica de tipo regulador, keynesiano, sin tener que revolucionar los mecanismos del mercado; todas opciones que no pertenecen a la mayoría parlamentar actual, que mira hacia el ultraliberismo [11].

Muy buen ejemplo puede ser el de al-Akhbar, periódico de izquierda muy cercano a Hezbollah, cuyo primer número salió en agosto de 2006, y que intenta crear de hecho, algunas conexiones teóricas y políticas entre izquierda, nacionalismo e Islam. El PCL, que estableció una especie de “amistad” con Hezbollah durante algunos años, apoya a la oposición sobre la cuestión de la caída del gobierno Siniora, tachado de ser pro-americano.

Sin embargo, no niega que su alianza con Hezbollah y algunos partidos de la oposición es un apoyo crítico: según el PCL el programa propuesto por Hezbollah no está todavía suficientemente radical, sea a nivel político que económico, para poder volver a poner en discusión el sistema libanés, fundado sobre el confesionalismo político. Listo para un frente común, expresa también sus críticas hacia Hezbollah, pero de manera diferente respecto a los años ’80: ahora se trata de establecer una política de izquierda independiente, lista para construir una complementariedad y un intercambio productivo con el movimiento islámico sciita.

Entonces, hoy, la cuestión nacional se desarrolla en extensión: mientras que en los años ’90 las alianzas entre izquierda, nacionalistas e islamismos se fundaban simplemente en el reconocimiento de un enemigo común, en el caso específico Israel, la colaboración de largo plazo entre estas corrientes desemboca en un cuadro de acción política más amplio, que va desde la cuestión nacional hasta la cuestión democrática, y desde la cuestión democrática hasta la del Estado, de las instituciones y de las formas sociales que hay que adoptar. La “concordancia” y las mediaciones entre organizaciones y corrientes se han transformado poco a poco en una dinámica de acción unitaria, que por lo poco que se ha teorizado y pensado conceptualmente, adquiere una cierta importancia en la práctica política cotidiana.

Esta reconstrucción política no aparece independiente de las nuevas dinámicas políticas mundiales del trabajo, con un movimiento alter-mundialista presente en el paisaje político, pero sobretodo con la aparición de un polo nacionalista y de izquierda en América Latina, representado por Hugo Chávez y Evo Morales. Un movimiento islamo-nacionalista como Hezbollah teoriza su red de alianzas a partir de un modelo tercer-mundialista: Hassan Nasrallah se refiere continuamente al presidente venezolano, mientras su organización ha enviado, junto con el Partido Comunista Libanés, casi unos 400 delegados procedentes de la izquierda mundial y del movimiento alter-mundialista en Beirut, del 16 al 20 de noviembre de 2006, en el cuadro de una Conferencia de solidaridad con la resistencia, y cuya relación final establecía tres puntos estratégicos: la cuestión nacional y la lucha contra todas ocupaciones, la defensa de los derechos democráticos y la protección de los derechos sociales. [12]

A Estas dinámicas de reconstrucción política en acto les han quitado hoy la importancia que merecían. La cuestión libanés viene generalmente percibida solamente en el prisma siriano e iraniano, quitándoles así importancia a las dinámicas internas propias de la sociedad libanés. La corriente islámica misma sufre profundas dobladuras: Hezbollah adopta un discurso tercer-mundista, basado en la oposición sur-norte y Mustakba (arrogantes) [13] / musta’adafin (oprimidos). Algunos cuadros de los Hermanos Musulmanes se combaten entre sus propias alianzas con la izquierda y su defensa de principio d las economías de mercado. Como escribe Olivier Roy, “el juego de las alianzas (de los islamistas) sigue dos posibles direcciones: por un lado, una coalición sobre los valores morales (…), y, por el otro, una alianza sobre valores políticos esencialmente de izquierda (anti-americanismo, alter-mundialismo, derechos de las minorías), donde la línea de demarcación es desde luego la cuestión de la mujer [14].”

Además: la cuestión de la mujer también representa hoy un objeto de debate: en Líbano como en Palestina, las asociaciones feministas procedentes de la izquierda ya no tienen problemas en conducir campañas comunes con asociaciones de mujeres islamistas, en particular sobre la cuestión del derecho al trabajo y de la denuncia de la violencia sobre las mujeres.

Según Islah Jad, militante feminista palestina e investigadora sobre el movimiento de mujeres en Palestina, no se trata de oponer mujeres laicas a islámicas, sino de desarrollar un discurso feminista radical discutiendo y trabajando de manera común con los cuadros femeninos del movimiento islámico: “Los islamistas admitieron que las mujeres estaban perseguidas y que eran víctimas de la opresión social, echando la culpa de eso no tanto a la religión sino a las tradiciones, que deben evolucionar. Según ellos, el Islam pide que las mujeres se organicen para liberar sus países, que accedan a la instrucción, para organizarse y politizarse, que sean activas para el desarrollo de su sociedad. La paradoja es que hay un 27% de mujeres en la organización del partido islámico y un 15% en el “politburo”, más que en la OLP (…). Como ya dicho, el hecho de que las mujeres islamistas no intenten construir sus discursos apoyándose a las escrituras religiosas permite a las mujeres laicas influenzar la visión y los discursos de los islamistas, evitar bloques. Nosotros no podemos pretender nuestros derechos aislándolos del contexto político. Es un momento muy importante para establecer una relación de confianza entre tendencias laicas e islamistas. El hecho de que los islamistas acepten y reconozcan que las mujeres estén oprimidas abre unas perspectivas hacia las medidas que hay que tomar para hacer evolucionar a la sociedad. Siempre habrán conflictos ideológicos y políticos, es augurable. No estaremos totalmente de acuerdo, pero, para mi, las mujeres laicas pueden tener un peso en el debate ideológico con los islamistas. [15].”

Esta interacción práctica entre izquierda árabe, nacionalismo e islamismo, es un hecho nuevo, ya aceptado de la misma forma en el ámbito sindical, asociativo, electoral y militar, sin embargo es algo que apenas acaba de empezar. Los puntos de acuerdo sobre la cuestión nacional, la democracia o la defensa de los derechos sociales todavía no constituyen un corpus bastante claro y estable para establecer hasta donde puede llegar esta alianza. Es que justamente hay un residuo/resto entre lo práctico y lo teórico: las concordancias se han profundizado, pero, en el ámbito intelectual y teórico, no hubo todavía ni una definición clara ni una elaboración de un lenguaje común. Las alianzas se encuentran todavía en el dominio del empírico y del práctico, y así faltan algunas coordinadas teóricas y un verdadero proceso de homogenización. Una vez más Líbano representa más o menos una excepción.

Por última cosa, sigue existiendo una disyunción entre los espacios nacionales: la alianza más fuerte entre la izquierda, los nacionalistas y los islamistas se encuentra hoy en Líbano, en el intento de definir lo que la izquierda y Hezbollah llaman una “sociedad de resistencia” y un “Estado de resistencia”.

En Palestina, las alianzas entre el FPLP y Hamas, por ejemplo, están muy lejos del ser tan profundizadas, con las dos organizaciones que se miran con desconfianza recíproca. En este caso, el partenariado FPLP/Jihad islámica está, por su parte, plenamente establecido. En Egipto existe una cierta desconfianza entre los hermanos Musulmanes y la corriente de izquierda.

Ahora, esta cuestión de la recomposición política y de las nuevas alianzas que operan en el mundo árabe no es en absoluto una cuestión segundaria: en efecto ésta hace un nuevo dibujo del nacionalismo pan-árabe, y al final podría constituir un importante desafío estratégico para los regimenes vigentes, así como para EEUU y las potencias europeas. En efecto, la apertura del movimiento islamo-nacionalista a su izquierda puede llevar al nuevo nacionalismo pan-árabe en mutación, hacia una importante apertura estratégica e internacional: puede desembocar en la re-emergencia de un polo tercer-mundista y nacionalista a nivel internacional, como sugiere, simbólicamente, la serie de manifiestos rojos pegados por las carreteras de Beirut desde septiembre de 2006, donde salen las caras juntas de Nasser, de Nasrallah y de Chávez.

Entonces, no se trata de postular la emergencia de un islamismo de izquierda, no puede ser. Al contrario se trata de comprender que el desarrollo de un islamismo abierto a su izquierda y a sus dimensiones nacionales cambia un poco la distribución política, y produce largos procesos de recomposición política, estratégica e ideológica. Los últimos veinte años han visto pluralizarse el referente político islamista, con un islamismo fundamentalista desterritorializado sobre el modelo de la red de Al-Quaida, la sumisión de un neo-fundamentalismo islámico a los modelos del mercado, la aparición de un islamismo turco gobernativo más parecido al modelo consensual de la democracia cristiana de los años ’50 que al del Islam como modelo de Estado. Todavía al comienzo, pero en fase de desarrollo exponencial, la emergencia de un polo islamista abierto sea a su izquierda sea a las dimensiones nacionales y árabes, constituye un fenómeno político capaz, el también, de reconstruir de manera estable la escena política medio-oriental.

 

Notas

[1] Fatah, Movimiento nacional de liberación Palestino, es la organización  histórica del nacionalismo palestino. El FPLP (Frente popular de liberación de Palestina), y el FDLP (Frente democrático de liberación de Palestina), son las dos principales organizaciones de extrema izquierda. Hamas, Movimiento de resistencia islámica, es la primera organización islamista, en términos de fuerzas militantes. Al final el PPP (Partido Popular Palestino) es el antiguo Partido Comunista.

[2] Jamal Samhadana ha sido matado en una operación bajo cobertura israelí, en junio de 2006.

[3] Algunas fuentes libaneses acusan directamente a Hezbollah. Sin embargo, hoy, algunos dirigientes del Partido comunista ponen la duda, sin rechazar la tesis de las matanzas provocadas por grupos integristas sunitos.

[4] Rabah Mhana, miembro de la Oficina política del FPLP, entrevista con el autor, París, 2 de mayo de 2006.

[5] Maxime RODINSON, “Rapport entre islam et communisme”, Marxisme et monde musulman, Seuil, 1972, pp.167-168.

[6] Sobre este tema, Cf. Olivier CARRE, L’Utopie islamique dans l’orient arabe, Presses de la Fondation nazionale des sciences politiques, 1994.

[7] El as comúnmente denominado “palestino-progresista” se constituye por las organizaciones de la izquierda libanés (Partido socialista progresista, Organización de acción comunista de Líbano) y por las fuerzas palestinas en Líbano (Fatah, FPLP, FDLP). En los años ‘70, fue principalmente él que se opuso, en el cuadro de la guerra civil, a las milicias cristianas, las Falanges libaneses.

[8] Saoud al Mawla, entrevista con el autor, Quoreitem, Beirut, 27 de marzo de 2007.

[9] El conjunto de estas organizaciones se encuentra en el principio del rechazo de los Acordes Provisorios de Oslo, firmados en 1993 por el leader de la OLP, Yasser Arafat.

[10] El Movimiento del pueblo es una organización nacionalista árabe de izquierda. Su leader, Najah Wakim, antiguo deputado nasseriano de Beirut, es una figura política a nivel nacional, conocido especialmente peo sus campañas de lucha contra la corrupción.

[11] El punto de vista de la oposición sobre la reforma del sistema libanés que tiene como modelo él de un Estado “fuerte y justo” se puede comprender en particular a través de dos documentos clave: el primero, el Documento de mutuos intentos entre Hezbollah y la Corriente patriótica libre, del 6 de febrero de 2006, y el segundo, documento común producido por el Partido comunista libanés y la Corriente patriótica libre: ¿Cómo resolver la crisis política en Líbano? Los puntos de acuerdo entre el Partido comunista libanés (PCL) y la Corriente patriótica libre (CPL), 7 de diciembre de 2006.

[12] El comienzo de la Conferencia, el 16 de noviembre de 2006, en el Palacio de la Unesco de Beirut, ha sido el símbolo de esta convergencia progresiva entre la izquierda mundial y alter-mundialista y la corriente islamo-nacionalista: tras los relatores encontramos Mohammad Salim, miembro del Parlamento indiano y del Partido comunista indiano, Gilberto Lopez, del Partido de la revolución democrática mexicana, Victor Nzuzi, agricultor y jefe sindical congoles, Georges Ishaak, dirigiente fi Kifaya y militante de la izquierda Egipcia, Khaled Hadade, Secretario general añadido del Partido comunista libanés, y por fin Naim al-Quassem, Secretario general añadido y numero dos de Hezbollah libanés.

[13] La oposición Arrogantes/Oprimidos se inspira directamente en la Revolución iraniana de 1979, así como en un principio doctrinario del sciismo. En el vocabulario político del primer periodo de la Revolución de 1979, la pareja Arrogantes/Oprimidos significaba oposición entre pobres y ricos, y también entre el sur “colonizado” y el norte “imperialista”. Esta categorización la adoptaron sea los Mollahs cerca de Khomeyni sea los grupos de izquierda y nacionalistas.

[14] Olivier Roy, “Le passage à l’ouest de l’islamisme: rupture et continuité ”, Islamismes d’occident. Etat des lieux et perspectives, bajo la dirección de Samir Amghar, Lignes de repares, 2006.

[15] Islah Jad, entevista con Monique Etienne, revista Pour la Palestine, marzo de 2005.

 

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*Nicolas Dot Pouillard

Doctorando en estudios políticos en la EHESS (París) y en la Universidad libanés (Beirut)

 

[Sacado de: www.mouvements.info]

 

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